¿Soy acaso una excepción o más bien el más repetido y desgastado de los lugares comunes?

A pesar de ser un chica que ama hacer listas, soy desordenada. Aun cuando suelo hablar con desconocidos, detesto que me hable un taxista. Soy mi más dura juez, me gusta exigirme y destacarme, aun cuando a veces prefiero pasar desapercibida.


Me encanta la vida corporativa, tener un escritorio, reuniones y hacer presentaciones, aunque a veces veo por la ventana y me imagino con unos jeans rotos y un par de converse acostada en algún parque sin hacer más nada que ver las nubes pasar.


Soy un desastre calculando los tiempos, siempre llego tarde, y aun así me desespera que me dejen esperando. Siempre leo de tecnología, quiero tener lo más avanzado, pero a la hora de escribir no hay nada como un papel y un lápiz.


Me gusta la gente profesional, que tiene una visión en la vida, con conversaciones sostenibles, pero me encanta el desenfado de quienes suelen pasar las noches haciendo proyectos que quizás nunca terminen, que tienen más música en sus ipods de la que realmente puedan escuchar.


Amo los conciertos, la sensación de esperar la primera nota y el ambiente. Pero detesto las discotecas atestadas de mujeres que buscan ser diferentes a lo que son, que soportan tacones de 15 cm para ver si logran capturar a un chico -igual de idiota- que sólo piensa en sí mismo.


Y es así como soy toda una contradicción. Trabajo de lunes a viernes en una empresa seria, y los fines de semana disfruto del teatro, una buena banda de rock, sacar la cámara para tomar las mismas fotos a mis perros, grabar vídeos que nunca editaré o leer algún libro sobre mi cama.


Debo reconocer que me costó mucho entender en qué lado quería estar. Al final entendí que ambos pueden convivir. Unos labios pintados, con cabello groseramente corto, un traje acorde, tacones altos, con mis tatuajes como accesorio. 


¿Soy acaso una excepción o más bien el más repetido y desgastado de los lugares comunes? La verdad es que no lo sé. Así que en todo caso, bicho raro o cara común estoy feliz con el reflejo que diariamente me devuelve el espejo





…lo que queda luego de la fiesta

Activado el reloj de doña. Luego de la fiesta del titiaro, en la cual brinqué desde que llegué hasta que me fui, lo ideal era que descansara y durmiera hasta la 1.00 pm. 


¡Pero que va! Ya a los 31 se activa el reloj de viejita, ese cuya normativa indica: «No importa a la hora que se acueste, que a las 7.00 am abrirá los ojitos y no no dormirá otra vez».


Y así fue, con apenas 3 horas y media de sueño, no logré volver a dormir. Lo peor es que al poner los pies en el piso se activó un extraño dolor de rodillas y espalda. Y ante esos casos ¿qué hace una mujer hecha y derecha de 31 años recién cumplidos? Va a casa de su mami a pedir consentimiento.


Y así fue, mi mamá me hizo el desayuno, Sebastián me recibió como todo un caballero con flores, chocolates y un dibujo. Luego de dormir la siesta abrazada con él, me fui a la casa a bañarme y tratar de retomar fuerzas para ir a cenar con las chicas.

A dormir la siesta

En mokambo


…porque la vida es suspiro

En estos momentos podríamos decir que estoy en una transición. No estoy segura hacia dónde, cómo o cuándo, pero es así.


Los 31 están por llegar. Profesionalmente estoy mejor que nunca, con el equipo que quiero y en el lugar que quiero. Aun lucho con la costumbre de los tacones, con despertar con ánimos de maquillarme y crear el hábito aún más importante de desmaquillarme, sigo siendo un desastre con el tiempo que no logró controlar ni entender.


Mi armario ha cambiado, menos franelas y más camisas. Mi risa se ha hecho más amplia, más grande, más alta; mi cuerpo es otro completamente distinto y estamos redescubriéndonos, sigo queriendo ir a Disney, soñando con ir y venir en bici, pensando en los próximos dos tatuajes.


Sueño con la casa en la playa, aun cuando al pasar el tiempo quiero menos sol y más sal; disfruto conseguir música nueva tanto como nuevas aplicaciones.


Me quedan tantas cosas por hacer, tantos deseos por cumplir, que espero que no me pase la vida sin lograr concretarlas, porque bien decía mi abuela que la vida es un suspiro…


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Este video increíble que conseguí, por casualidad o por destino en el blog de una directora creativa  – como gusten- habla precisamente de eso, desde la experiencia de un abuelo que aconseja a su nieta. (De hecho extrañamente este abuelo concuerda con la mía, sobre el concepto de la vida)


Disfrútenlo. Es una delicia creativa con una dulzura de mensaje.



¿Será la nostalgia un problema epidérmico?

Suelo ser una persona bastante nostálgica, característica que se incrementa cada 28 días. Me gustan todas las cosas de antes, suelo entretenerme o en algunos casos martirizarme, recordando lugares, personas, aromas.


Soy bastante selectiva con los recuerdos que almaceno, no todos forman parte de mi colección personal, pues lleva tiempo ordenarlos y etiquetarlos.

Me encanta pasar horas viendo viejas fotos, tratando de recordar la textura de lo que llevaba puesto, lo que había alrededor, las sensaciones de ese momento. Puede parecer extraño, incluso ahora que describo esta característica particular llego a sentir hasta un poco de vergüenza por exhibir esta pequeña demencia.

Pero ésta, llamémosle condición, siempre ha estado conmigo. Recuerdo que una noche al llegar a la casa, mi papá estaba en la sala hablando con Gerardo, su mejor amigo. Éste al verme soltó una frase sin sentido: «Usted tiene poblada el alma de ausencias». Luego de lanzarme esa dura afirmación directamente a la cara , soltó una risa corta y siguieron hablando de lo suyo, ignorándome por completo.

«Usted tiene el alma poblada de ausencias»– anoté en un pequeño cuaderno que siempre llevaba conmigo, con la esperanza de entender que quería decirme. Es probable que él no sepa cómo esa frase me ha marcado. Aún trato de descifrar qué significa, e incluso he llegado a pensar que estos ataques de nostalgia quizás tengan que ver con ese «problema epidérmico» que aquel amigo de mi padre encontró.

Quizás este no sea el mejor momento para hacer conexiones entre aquella frase extraña arrojada al azar. Lo cierto es que he aprendido a vivir entre los recuerdos, lo que aun no logró hacer es zafarme de algunos de ellos.

Yo con 3 años. Foto que casualmente me envió mi tía hoy






Dale a la piñata que ya empezó la 3ra década

Una invitación a una piñata o bautizo es la certificación de que estás en los 31. Básicamente las festividades sociales tiene cada una su propia década: de los 21 a los 30 vas a bodas, bien sea porque una amig@ se casa, o porque alguna hija del socio/vecino/compadre de tus padres se viste de blanco, y esta es la mejor manera de pasar la noche pagando únicamente el estacionamiento. De los 30 a los 40, comienzan los bautizos y piñatas. Lo que viene después aun me queda por descubrirlo.


Hoy estuvimos en la increíble fiesta de Julietica. Su mami Karla organizó una increíble reunión llena de colores, juegos, dulces deliciosos y una torta tan hermosa que picarla debería ser considerado delito capital.

Sebastian pasó un día increíble, un vez más gracias a Karlita y a Darwin.


El efecto de la pelota de tenis – Convención de ventas 2011

Desde que estoy en El Universal -casi- siempre trabajé para Ventas, pero jamás como parte del equipo. Mi mayor proyecto anual era montar la preventa, momento en el que les pasaba el testigo a ellos.


Este año, por primera vez, estoy entre ellos como uno más. Eso significa que pude ir a la Convención de Ventas.

Fue una experiencia increíble, no sólo por todos los significados y simbolismos que puede llegar a tener para mí, sino porque ante mis ojos, ví a un equipo caer  para volver a levantarse.

Mientras pasaban los días, recordé cómo me entrenaba mi abuelo, para ser la alumna más destacada en tenis. Cuando era una pre- adolescente solíamos bajar todos los veranos y feriados a la playa. Para nosotras era increíble pues teníamos un grupo de, al menos, 15 amigos con quienes jugar.

Una de nuestras actividades favoritas eran las clases de tenis que nos daba mi abuelo, todos los días alrededor de las 4:00 pm. Recuerdo especialmente un actividad en la que mi abuelo se paraba en la mitad de la cancha con su cesta de miles de pelotas amarillas. Del otro lado íbamos pasando uno a uno, aquel que lograra mantener la pelota la mayor cantidad de tiempo, era el ganador irrevocable del día. Sólo teníamos 5 pelotas asignadas para cada uno.

Mi abuelo, desde el centro del poder, casi ni se movía. A todos los chicos les pasaba la pelota suavemente y prácticamente a pocos metros de ellos. ¡Suerte que tenían! A mí en cambio, me enviaba la pelota de una esquina a la otra, primero atrás y luego la cortaba mágicamente para ponerla lo más cercano a la malla. No contento con eso, además, le daba de una manera tan particular que hacía que la esfera amarilla rebotara de maneras inesperadas. 

Nunca logré ganar esa actividad. Ni siquiera me acercaba al peor de mis compañeros, con suerte lograba las 50 pasadas. Siempre salía con los ojos llenos de lágrimas por la rabia. «Cómo es posible que mi propio abuelo me haga quedar en ridículo; siempre se las pone fácil al resto, y a mí me lanza las más difíciles. Los quiere más a ellos que a mí que soy su nieta» le solía decir dramáticamente a mi abuela.

La verdad, es que cuando nos tocaba jugar un partido, yo solía ser la más veloz y la que tenía mayor resistencia de todos. Así que solía ganar lo que realmente era importante: las competencias. 

Muchos años después comprendí el valor de cada clase de mi abuelo y el por qué solía ser justamente a mi, a la que le exigía mucho más: El quería que su nieta realmente se destacara y que contara con todas las herramientas para hacerlo.

Este fin de semana pasó exactamente lo mismo con el equipo, les lanzamos las pelotas a diferentes puntos, con efectos y rebotes extraños, porque queremos que sean los mejores, porque confiamos en ellos, y sabemos el equipo de lujo que tenemos.




Esta suerte de conocer gente realmente especial

No hay manera de empezar este post sin sonar «pesada». Ya he escrito una y otra vez, borro y reescribo nuevamente intentado que suene de la mejor manera. Es imposible. Voy a tratar de lanzar la frase de la manera menos engreída, porque necesito comenzar de alguna forma… pero prométanme que si se ofenden, aún así seguirán leyendo porque después viene lo importante. Aquí va:


Ayer me gané el premio a la excelencia del IESA, que busca destacar al mejor alumno de cada maestría. 

No me lo esperaba, sinceramente quedé en shock. Creo que la mayoría de las veces uno subestima la capacidad que tiene y hasta donde puede llegar. 

Pero esa clase de méritos no se consiguen de manera aislada. Eso es tan imposible como comenzar este post sin sonar «pesada». Estoy segura, que si la humanidad estuviera constituida por un sólo individuo, jamás habríamos llegado hasta donde estamos ahora – con todo lo bueno y malo que tienen estos tiempos dementes y extraños.

Uno necesita rodearse de gente que nos impulse -por el motivo que sea- a ser cada vez mejor, a colocarnos metas, a traspasarlas, aunque sea para decir «te lo dije» o para hacer a alguien más sentirse orgulloso de quienes somos.

A mí me pueden faltar muchas cosas, pero he sido afortunada por estar rodeada de gente increíble que me impulsa a avanzar cada día más: 

  • mis maravillosos compañeros de trabajo que se han convertido en mi familia y que cuentan con el maravilloso don de convertir un guacal de aguacates en un almuerzo especial
  • mis jefes quienes luego de varias emboscadas me convencieron de arrancar la maestría y me brindaron todo el apoyo necesario. (Jamás me voy a olvidar de la clase histriónica que me dió Juan sobre energía eólica para un proyecto de Finanzas… aun hoy me pregunto si realmente él cree que entendí lo que me dijo)
  • mi equipo de trabajo del Iesa. ese grupo de guarros maravillosos, con esa capacidad tan increíble de burlarse de sí mismos
  • Y por supuesto… @Cammardella, como dicen por allí, el amor es el motor que mueve el mundo… Y él no sólo es mi motor sino mi mundo también.
Lo cierto, es que no puedo estar más agradecida, ni tengo manera de expresar lo que siento a estas personas maravillosas que han sido y son parte de mi vida, aunque sea de manera transitoria.

Este reconocimiento es tan sólo una placa, que siempre me recordará que lo poco que sé es gracias a mis errores, desaciertos y a esta suerte mía de conocer gente realmente especial.

1/4 del salón


El mejor equipo del mundo + el espíritu dicotómico de Hernán


Las chicas.


¡Celebrando nuestro logro!


La placa.

Los minotauros de mi memoria

Hace un par de días posteé en mi tumblr una frase demi heroína literaria Isabel Allende «…¡cuidado! la memoria es unlaberinto donde acechan minotauros».


Esta frase me dejó reflexionando sobre mi historiapersonal, existiría en ella algún monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Mi infancia -digamos que un poco particular y para nada tradicional- tiene ciertos espacios confusos, que fueron hilados con el paso del tiempo por mí misma.

Hoy, mientras llevaba a mi mamá de compras por mi graduación, le pedí que me contara más de nuestra historia, de los tiempos y sus protagonistas.
Encontré más de un recoveco extraño y parche en el cuento que vivía en mi cabeza. Siempre pensé que ella se había ido del país por una eternidad de casi 3 años, a buscar una herencia, dejándonos a nosotras aquí al cuidado de mi abuela. 
Esa eternidad sólo duró 9 meses. Se cansó de esperar la llamada que le diría que todo estaba bien y era hora de volver. Buscó un trabajo sencillo en una pizzería y empezó a ahorrar. 
Una tarde al salir del trabajo, decidió desviar su camino hacia una agencia para comprar el pasaje de retorno a Venezuela. Todos pusieron el grito en el cielo. No tenía donde llegar, ni cómo pagar el taxi de subida a Caracas… pero aun así, la espera la tenía agobiada y cualquier cosa era mejor que seguir sentada frente al teléfono deseando que el aparato sonara.
Al volver, nada seguía ni tan siquiera tan mal como lo había dejado, sino peor. Mi papá nunca cumplió su promesa, ni siquiera hizo la tarea o el intento. Por el contrario, se enamoró de otra chica (Una gran chica, por cierto, pero esa es otra historia)
Como cualquier mujer, con el orgullo dolido por una espera larga y sin sentido, sin nada más que hacer en Venezuela, decidió que lo mejor era llevarse a sus hijas con ella.
Mientras, nosotras en casa de la abuela viviendo felices y ajenas a toda la realidad. En mi cabeza, mi mamá era por poco una bruja malvada, que luego de «una eternidad» aparecía para llevarnos a un país ajeno y extraño…
Al final, como siempre, mi mamá terminó cediendo la patria y custodia a mis abuelos. Pudo marcharse del país, pero no lo hizo. Soportó más de un 24 de diciembre viendo a mi papá feliz con su nueva esposa, aguantó nuestro rechazo y la soledad. Terminó siendo una completa extranjera ajena a todo. 
Todos los sábados, por obligación, compartíamos con ella. Para nosotras era una tortura; para ella la posibilidad de recuperar el tiempo perdido.
Así que mi historia está llena de un falso héroe, tiempos irreales y nuevas heroínas. Hoy mi historia se reescribió, logré vencer a un minotauro… ¿Cuántos más me quedarán por derrotar?
Cumpliendo 5 años

VideoTybs: Esa -NO tan- leyenda urbana sobre los 30

Llegar a los 30. Otra etapa más, decía yo. Un año más para el almanaque: regalos, tortas y celebraciones. Más nada. Sólo es un año más. Al menos eso creía.


Cuando algunas chicas de la oficina me decían que al llegar a los 30 el cuerpo cambiaba, yo sinceramente creía que eran tonterías (perdonen chicas…). ¿Cómo cambia el cuerpo en un año tan drásticamente?


IM.PO.SI.BLE.


Aquí está mi visión de la etapa y con lo que yo me conseguí.

P.D.: yo me siento perfecta! Felizmente perfecta.

… eso que llaman incertidumbre

Qué duro es lidiar con esa ideas que se meten en la cabeza, y suelen agitarse justo cuando toca dormir. Te causan insomnio y a medida que pasan los días, comienzan a tomar más y más horas de existencia, se propagan dando vueltas en la cabeza, comienzan a sorprenderte en cualquier momento… y es entonces, cuando se da la batalla.


Una de las cosas más difíciles, es enfrentarme a mí misma. Contradecirme una y otra vez, es una constante a la hora de tomar decisiones. Un día todo está claro y perfecto, tranquilo, sereno y seguro. Al día siguiente, hay nubarrones, truenos, relámpagos, pesimismo.


Y de repente, empiezan a aparecer señales, que parecen indicar que es el camino correcto, pero entonces aparece el apego a aquella vieja idea, que ya estaba casi excluida.


Ciclos. Todos pasamos por eso. Crecer, ser adulto, responsabilidad y por tanto, decisiones. Decisiones, odio esa palabra.