Estamos felices en Madrid. Giancarlo es todo un guía turístico, conoce la ruta de metros, trenes e incluso hasta algunas palabras propias de la localidad, que incluso yo como española desconozco.
Iphone review
Sábado de: la honestidad de Charliepapa
El sábado pasado fui al concierto de Charliepapa + Famasloop en el nuevo teatro de Chacao. Empecemos de atrás hacia adelante.
Something
No hay mucho más que decir de este post -que será- cursi, ocasionado por el exceso de acetaminofen y bencidamina en mi cuerpo, y por mi grado de admiración y amor hacia mi chico @cammardella.
…lo que queda luego de la fiesta
Activado el reloj de doña. Luego de la fiesta del titiaro, en la cual brinqué desde que llegué hasta que me fui, lo ideal era que descansara y durmiera hasta la 1.00 pm.
¡Pero que va! Ya a los 31 se activa el reloj de viejita, ese cuya normativa indica: «No importa a la hora que se acueste, que a las 7.00 am abrirá los ojitos y no no dormirá otra vez».
Y así fue, con apenas 3 horas y media de sueño, no logré volver a dormir. Lo peor es que al poner los pies en el piso se activó un extraño dolor de rodillas y espalda. Y ante esos casos ¿qué hace una mujer hecha y derecha de 31 años recién cumplidos? Va a casa de su mami a pedir consentimiento.
Y así fue, mi mamá me hizo el desayuno, Sebastián me recibió como todo un caballero con flores, chocolates y un dibujo. Luego de dormir la siesta abrazada con él, me fui a la casa a bañarme y tratar de retomar fuerzas para ir a cenar con las chicas.
A dormir la siesta |
En mokambo |
Fin de éxito, cumple y titiaro
El viernes llegó el éxito. Nuestro equipo llegó a la meta propuesta en preventa, llegaron los contratos y aun quedan unos cuantos más por cerrar. Así que en medio de la alegría, me arreglé con mi disfraz de los 80: calentadores, cruces, tirantes y un sobrecargado maquillaje rosa y dorado (Gracias a Giselle por ayudarme)
…porque la vida es suspiro
En estos momentos podríamos decir que estoy en una transición. No estoy segura hacia dónde, cómo o cuándo, pero es así.
Los 31 están por llegar. Profesionalmente estoy mejor que nunca, con el equipo que quiero y en el lugar que quiero. Aun lucho con la costumbre de los tacones, con despertar con ánimos de maquillarme y crear el hábito aún más importante de desmaquillarme, sigo siendo un desastre con el tiempo que no logró controlar ni entender.
Mi armario ha cambiado, menos franelas y más camisas. Mi risa se ha hecho más amplia, más grande, más alta; mi cuerpo es otro completamente distinto y estamos redescubriéndonos, sigo queriendo ir a Disney, soñando con ir y venir en bici, pensando en los próximos dos tatuajes.
Sueño con la casa en la playa, aun cuando al pasar el tiempo quiero menos sol y más sal; disfruto conseguir música nueva tanto como nuevas aplicaciones.
Me quedan tantas cosas por hacer, tantos deseos por cumplir, que espero que no me pase la vida sin lograr concretarlas, porque bien decía mi abuela que la vida es un suspiro…
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Este video increíble que conseguí, por casualidad o por destino en el blog de una directora creativa – como gusten- habla precisamente de eso, desde la experiencia de un abuelo que aconseja a su nieta. (De hecho extrañamente este abuelo concuerda con la mía, sobre el concepto de la vida)
Disfrútenlo. Es una delicia creativa con una dulzura de mensaje.
De cochinos de plástico poco, de cochinos fantásticos mucho.
El ambiente de trabajo que se respira en El Universal está lleno de trabajo en equipo, de risas, música, honestidad, travesuras, compañerismo y creatividad.
Sábado de: aprender a montar el arbolito
En mi casa montar la navidad era sinónimo de sacar cajas llenas de los mismos adornos de siempre. Nunca cambiábamos el arbolito y era una tarea que se finalizaba en apenas mediodía.
Cada quien tenía su función, y apenas mi abuela asomaba las grandes cajas, cada una sabía qué debía hacer: todo tenía su lugar y nunca se cambiaba nada. El santa de la puerta, el árbol plateado con sus bolas y juguetes – sí nuestro árbol a diferencia de los comunes, era color plata-, los mantelitos navideños, los centros de mesa de vidrio para las nueces, almendras y algunas castañas si se conseguían a buen precio…
Recuerdo con particular cariño unas especies de boas doradas y plateadas que solían darle la vuelta al árbol, aunque en realidad eran el accesorio ideal para cualquier niña que soñara con ser actriz famosa de hollywood.
Este sábado Amalia nos invitó a montar su árbol. Ella tarda meses planificando los colores que va a usar y apenas comienzan a aparecer los típicos adornos navideños en las vitrinas de las tiendas, es la primera en hacer un tour que puede durar un par de semanas para seleccionar lo mejor.
Montar el arbolito es mucho más que una tradición, es un ritual que puede durar días. Cada adorno debe estar en lugar correcto, así que primero se superpone en la rama seleccionada, luego se retrocede un par de metros, y se analiza desde cada ángulo si luce bien allí. Si se consigue el punto exacto se fija con un pequeño alambre, sino hay que buscar otro sitio.
Me encanta esa pasión con la que Amalia monta la navidad en su casa, como ordena todas las bolas, ramas, y accesorios por colores y tamaños sobre una mesa, para ir facilitando el proceso.
Puedo jurarles que ella hace de una tradición toda una obra de arte. Cuando me fui de la casa, no lo habíamos terminado. Prometo montar la foto del árbol listo.
Él es mi mejor espejo
Soy algo indecisa a la hora de vestir. Hay días gloriosos en los que el outfit prácticamente se arma solo. Hay otros en los que aunque el closet esté full de trapos, son sólo eso: trapos. En ese preciso momento, se escapa de mis labios la frase lapidaria: «Es que no tengo nada que ponerme»
Giancarlo voltea a verme desde la cama, y se le escapa una risa prácticamente incontenible: tengo tres repisas llenas de ropa y no cabe ni un sólo gancho más en el closet.
En esos días, él suele ser paciente, ante los mil y un cambios, camisas que vuelan por los aires, pantalones que entran y salen, y los zapatos que quedan regados por el suelo, como recordatorio de que casi logramos estar listos para salir, hasta que me topo con algún detalle frente al espejo y se repite el ciclo.
Simplemente caos. Sólo eso. Esos días en los que él no está son peores. Me he mal acostumbrado ante sus ausencias ocasionales y mi histérica «falta» de ropa, a que el último visto bueno me lo de él. Ese último vistazo frente al espejo lo comparto con él a través de una foto…