… Y la vida cambió

El dijo: «Confía en mí». Yo no lo dudé ni por un segundo. Giancarlo, tiene  la mayor determinación que jamás haya conocido. Tiene tesón, empuje, no hay obstáculo que lo detenga.

Un día puede tomarme de la mano, pararse ante un cartel promocional y decirme: «Yo me voy a ganar esas entradas de cine»; como otro me puede llamar desde un concierto para decirme que esa noche, él se trae una baqueta de las que lanzará el baterista al público… Y así es. 

Así es como una día me dijo: «En este país no se puede vivir, es hora de irnos». Y ante su determinación yo me aterré, por primera vez en la vida me dio miedo saltar.

Su reacción fue empacar en una maleta justo lo necesario y dejarme en casa con la promesa hecha que iba a conseguir un mejor lugar donde pudiéramos estar. Y así fue como se marchó en octubre justo el día de mi graduación, dejando su familia, sus calles, sus perros y su vida.

Llegó a Madrid y consiguió un piso – gracias a un maravilloso amigo- que se convirtió en el centro de operaciones. No importaba que afuera de esas cuatro paredes existieran mil lugares por conocer, en una urbe tan cosmopolita como la capital española. Su objetivo estaba claro.

Transcurrieron dos meses, largos y difíciles. Varias entrevistas sin respuesta. Se acercaba navidad, y no quería dejarlo sólo. Reconozco que soy un poco tonta y tradicional con estas fechas y creo firmemente que se deben pasar acompañado.

Compré mi ticket para venir a visitarlo, traerle nuevos aires, tomarlo de la mano para caminar por las calles y conocer. Pero una vez más él me recordó su promesa: «Nada de salir a pasear, antes de que llegues ya tendré trabajo y todo será diferente»

Y así fue. El sólo dijo «confía en mí» y la vida cambió.

Y entonces llegaron los reyes magos

Mi famila por completo, tanto por el lado de mi mamá como el de mi papá, son españoles. Pero nosotras crecimos en Venezuela, pues mis abuelos migraron por la guerra civil, y mis padres que se conocieron en las Palmas de Gran Canaria, vinieron por el paraíso y las riquezas de la Caracas de los 70.


Así que en casa teníamos una mezcla de tradiciones: una mañana cualquier se podía escuchar un lp con el alma llanera, para luego pasar a una zarzuela, seguido de «toy contento» para cerrar con una Isa.


Podíamos oír en una sola frase: » Mi niña, la masa no está para bollo, así que hay que estudiar porque sino te quedas tan bruta que no sabrás ni hacer una o con un canuto»


Mezcla de culturas por completo. Por ejemplo, en navidad quien nos traía los regalos era Santa, quien por órdenes del niño Jesús, llegaba a la casa con sus desastrosos renos, pero si nos portábamos mal en el año, en vez de regalos nos dejaba piedras de carbón.


Luego de 31 años, descubrí que quienes traen carbón son los Reyes Magos, que llegan el seis de enero a cada casa en España. Además, el día anterior las ciudades se paralizan, porque es la cabalgata de los reyes. Los mismos vecinos se organizan entre sí, arman las carrozas, toman los burros, bueyes y ocas del zoológico, las diversas bandas afinan sus instrumentos y desfilan por las calles repartiendo caramelos a los niños que ansiosos esperan en las aceras por ver a los Reyes.


Me encantan estas tradiciones. 




Guadalajara pero con acentillo español

Cuando uno está fuera del país conociendo nuevos lugares, pues no se puede desperdiciar tiempo en descansar.  


Así que la común tradición de estar echado en cama el 25 de diciembre, fue por completo ignorada y a las 11:00 am ya estábamos en el tren vía Guadalajara, en España.


Esta fue una ciudad fundada por los árabes bajo el nombre Wad-al-hayara, que significa el valle de los castillos, era una fortaleza que custodiaba las fronteras.


Hoy en día es una increíble mezcla entre el esplendor de las grandes construcciones con esa herencia árabe en el diseño, como el Palacio del Infantado construido en 1480, pasando por las ruinas del Alcazar Real que data del siglo XIII, fortaleza desde donde se divisaba la frontera, hasta los edificios más modernos, conectados todos por las pequeñas calles españolas llenas de bares.


Al mediodía parecía un pueblo desierto, eramos los únicos que recorríamos sus calles, así que pudimos recorrerla casi por completo. Me impresionó conseguir tantos parques y plazas, en contraste con la carencia de espacios públicos que tiene Caracas.


Ya devuelta al tren, vimos una ciudad diferente, la gente cerca de las 6:00 pm, sale con su mejores galas a recorrer la ciudad, reunirse en los bares, llenar las plazas y comer castañas.


Les dejo algunas fotos de nuestra visita. Mi lugar favorito fue el Palacio del Infantado.

En Arganda del Rey tropezamos con esto

En el tren vía Guadalajara

Ruinas del Alcazar Real

Iglesia de los Remedios

Edificios antiguos, parece obra de Dalì

El Palacio del Infantado

El Palacio del Infantado

Detalle de el palacio del Infantado

Entrada de El Palacio del Infantado
Parte trasera del Palacio del Infantado

Jardines del Palacio del Infantado

Ayuntamiento de Guadalajara

Plaza del Ayuntamiento

Parque de San Roque